Jn.20, 19-31.
Comprometernos con el perdón para llegar a una paz verdadera.
Estamos viviendo un tiempo espiritual nuevo, celebración de la resurrección. A este propósito, La Palabra de Dios del segundo domingo de Pascua nos transmite un profundo mensaje sobre los procesos humanos y sociales. Nos encontramos, entre otras cosas, con dos aspectos que tocan el ámbito de nuestras relaciones sociales. Resucitar con Cristo entonces significa para los apóstoles el inicio de nuevas relaciones sociales y religiosas que les llevan a vivir en coherencia con el ejemplo y palabras de Cristo, las cuales les impulsan a arriesgar absolutamente todo en miras a ser coherentes con ese mensaje: JESÚS, CRUCIFICADO POR ALGUNAS AUTORIDADES JUDIAS, HA RESUCITADO Y VIVE PARA ACOMPAÑARNOS EN EL PROCESO DE CRECIMIENTO DEL REINO DE DIOS.


Jesús, da una potestad: perdonar los pecados. Así, transmite a los apóstoles, a la primera iglesia esa potestad. Atar y desatar. Debemos decir que en el proceso de crecimiento humano y del tejido social, vivir el valor del perdón se vuelve un compromiso que viene de nuestra identidad cristiana. En este sentido, se vuelve necesario revisar tanto a nivel humano y social, de donde viene ese pecado, quien es el culpable de ese pecado y como volverse a Dios, pidiendo perdón y perdonando. La iglesia no se queda fuera de este proceso, forma parte de la sociedad, perdona, pero también tiene y debe tener la capacidad de pedir perdón(como lo hizo San Juan Pablo II en su momento). si desarrolla ese servicio en los dos sentidos. podemos decir con toda autoridad que esta dando las bases para atar y desatar.

Fray Javier.